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Reflexión Semanal

Una reflexión sobre el veredicto sobre Derek Chauvin

4/30/2021

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​"Se ha llegado a un veredicto en el juicio a Derek Chauvin por asesinato". Con este anuncio, realizado a última hora del día martes 20 de abril, muchas personas en los Estados Unidos, Canadá y otros lugares contuvimos la respiración colectiva mientras aguardábamos poder escuchar cuál sería ese veredicto.
 
Para muchas personas, ese veredicto pendiente generaba dudas. ¿Sería realmente afirmado George Floyd como un ser humano creado a imagen de Dios? ¿O nuestra sociedad enferma no reconocería, una vez más, la humanidad básica de otra vida negra?
 
Durante las últimas semanas, los medios de comunicación corrieron su atención de la pandemia de COVID-19 a este otro tipo de virus. El racismo es muy real en nuestro mundo quebrado, y el juicio a Derek Chauvin lo ha colocado nuevamente en el centro de atención.
 
Para las personas que no han seguido esta historia, Derek Chauvin es un ex oficial de la policía de Minneapolis, acusado de asesinar a George Floyd al arrodillarse sobre su cuello durante más de nueve minutos durante un arresto en mayo del pasado año.
 
Algunas personas se niegan a creer que la cuestión racial haya tenido algo que ver con esta trágica muerte. Para muchas otras, George Floyd era un nombre más en una larga lista de hombres y de mujeres negros que fueron asesinados a manos de otras personas, incluyendo a agentes de policía. Por ello, el juicio a Chauvin llegó a ser visto casi como una prueba de fuego para determinar si se haría justicia en este caso.
 
Como sabemos ahora, Chauvin fue declarado culpable de todos los cargos: homicidio involuntario en segundo grado, homicidio en tercer grado y homicidio en segundo grado.
 
Este anuncio significó también un rayo de esperanza: quizás fuera posible que, nosotros y nosotras, como sociedad, nos uniéramos colectivamente del mismo lado en este asunto. Quizás fuera posible estar de acuerdo con las conclusiones del jurado que señaló que, en este caso, Chauvin intentó utilizar el poder del sistema para tratar de negarle la vida y la libertad a un ser humano semejante, y quizá fuera posible decir colectivamente que no, que hay un camino mejor, el camino de la "shalom".
 
Al vivir en un mundo degradado, debemos reconocer que este no fue solo un incidente aislado. Para muchas personas negras, indígenas y de color (BIPOC[1]), eventos como la muerte de George Floyd son un recordatorio de los muchos actos de discriminación abierta y sutil que enfrentan a diario. Un juicio como el de Chauvin, en el que se examinan y se juzgan las acciones de la víctima, parece trasladar la culpa de todos estos otros actos de un modo muy injusto nuevamente a las víctimas. Retraumatiza a innumerables personas que ya han sido heridas anteriormente.
 
Si bien nosotros y nosotras, como personas cristianas, deberíamos demostrar nuestra complacencia con la forma en que las conclusiones de este jurado honran y respetan la vida de la comunidad BIPOC, también reconocemos que este veredicto representa apenas una pequeña pizca de justicia. La plena shalom habría dado lugar a que George Floyd no perdiera la vida a manos de un oficial de la ley.
 
Es por esto que hoy, mientras oímos y reaccionamos al veredicto, nos gustaría invitar a todas las personas que forman la membresía de la Iglesia Cristiana Reformada en Norteamérica a unirse en un tiempo de oración:
 
  • Todas las personas independientemente de nuestro color de piel u origen étnico, lamentemos el racismo y la desigualdad en nuestro mundo.
  • Oremos en unidad por nuestros hermanos y nuestras hermanas, especialmente por quienes son personas negras, indígenas o personas de color, y acerquémonos a ellas para ver cómo la están pasando en este momento difícil. Ofrezcamos compartir su carga, así como Cristo nos modeló para que lo hiciéramos.
  • Oremos en unidad, sin importar nuestra raza o nuestra historia en relación a las fuerzas del orden público, por la policía de Norteamérica, pidiendo que estén a salvo mientras cumplen con el desafío de su tarea y para que también puedan ver que todas las personas interactúan con seres humanos, creadas a imagen de Dios.
  • Y oremos en unidad por la sanación de nuestros países, por la reconciliación racial y para que reine la paz de Dios.
 
Me despido con estos pensamientos de nuestro testimonio contemporáneo, Nuestro mundo es de Dios:
 
"Juntos/as,
hombres y mujeres,
solteros/as y casados/as,
jóvenes y ancianos/as
—el género humano en todos sus matices y variedades--
hemos sido llamados a representar a Dios,
porque el Señor, nuestro Dios, nos creó.
La vida es el don que Dios nos dio,
y se nos ha llamado a fomentar
el bienestar de todos los vivientes,"(art. 11)
 
“Tenemos la plena seguridad
de que la luz
que brilla en esta oscuridad presente
llenará la tierra
cuando Cristo venga.
Ven, Señor Jesús.
Nuestro mundo te pertenece.” (art. 6)


[1] BIPOC, por sus siglas en inglés, refiere a personas negras, indígenas y de color.

—Colin P. Watson, Sr.
Director Ejecutivo
Iglesia Cristiana Reformada en los EEUU de NA
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